Bienvenidos al Blog “Aspectos Clínicos Tratados por la Fisioterapia”, para introducir este blog nos dirigimos a toda persona interesada en nuestro blog informando un poco de la importancia que tiene la Fisioterapia y a modo de conclusión describirle de que trata este blog que les introduce en el interesantísimo mundo de la Fisioterapia.
La Fisioterapia según la Organización Mundial de la Salud (OMS) es “el arte y la ciencia del tratamiento por medio del ejercicio terapéutico, calor, frío, luz, agua, masaje y electricidad. Además la Fisioterapia incluye la ejecución de pruebas eléctricas y manuales para determinar el valor de la afectación y fuerza muscular, pruebas para determinar las capacidades funcionales, la amplitud de movimiento articular y medidas de la capacidad vital, así como ayudas diagnósticas para el control de la evolución”.
La Fisioterapia es una medicina que se basa en la evidencia, no en la creencia. Realmente no somos conscientes de la importancia que la Fisioterapia tiene en nuestra vida cotidiana, pues las lesiones más usuales son las tratadas por esta necesaria disciplina. Si algo cabe destacar de la Fisioterapia es que su mejor herramienta de trabajo son las manos, aprovecho este mensaje para acabar con el mito de que las manos de los Fisioterapeutas sean milagrosas, simplemente se pretende a través de una serie de técnicas entre las que incluimos los masajes y los movimientos adecuados, curar dolores relacionados con lesiones musculares, articulares e incluso de huesos.
Cuando nos nombran la Fisioterapia, normalmente pensamos en el deporte pero ¿Pensáis realmente que la Fisioterapia sólo se puede aplicar al deporte? Como es evidente la Fisioterapia es mucho más amplia, en la actualidad la Fisioterapia está presente prácticamente en todas las especialidades médicas y su aporte es vital para la atención y rehabilitación de las personas que requieran de estos especialistas. Esta disciplina médica es aplicable a una gran cantidad de disciplinas asociadas con el campo de la salud, realmente sería posible extenderse mucho más hablando de la cantidad de disciplinas pero con esta presentación solamente pretendemos informar brevemente de la importancia de la Fisioterapia en la actualidad. La pretensión de este Blog es llegar a conocer más sobre la Fisioterapia. En este blog se muestran contenidos que analizan de manera exhaustiva aunque reducida distintos casos clínicos que nos puede pasar a cualquier persona.
Para concluir con esta bienvenida nos gustaría trasmitir algo que Albert Einstein dijo: “No consideres el estudio como una obligación, sino como una oportunidad para penetrar en el bello y maravilloso mundo del saber” Por ello, queremos mostrar de lo que la Fisioterapia trata.
La Fisioterapia Respiratoria es un método dentro de la Fisioterapia que, basándose en el profundo conocimiento del sistema respiratorio y las alteraciones fisiopatológicas que se producen en las afecciones médicas y quirúrgicas, desarrolla una serie de técnicas para la prevención, curación y estabilización de las mismas, siendo uno de los pilares terapéuticos principales para el manejo de las enfermedades pulmonares obstructivas, restrictivas, crónicas y agudas.
La Fisioterapia Respiratoria constituye un campo de utilización imprescindible, en muchos casos, para el mantenimiento de la vida y, en otros tantos, para llegar a complementar y sustituir algunos tratamientos farmacológicos, mejorar el estado del paciente y así ofrecer una calidad de vida más satisfactoria.
En la actualidad estamos asistiendo a un incremento en la incidencia y prevalencia de patologías respiratorias (asma, EPOC, bronquiolitis infantiles) vinculadas a diferentes factores, como son las alergias, los avances en las técnicas de reanimación neonatal, factores genéticos y factores medioambientales (contaminación, tabaquismo activo y pasivo, inhalación de agentes tóxicos en el medio laboral).
Muchos de estos procesos son crónicos y afectan a la calidad de vida de quienes los padecen, determinando un elevado coste social y económico en términos de días de hospitalización, bajas laborales y muerte precoz. A pesar de las ventajas de su demostrada eficacia y su reducido coste económico España es actualmente un país deficitario en especialistas de esta disciplina. Todo ello exige la necesidad de respuestas terapéuticas altamente especializadas en el ámbito de la Fisioterapia Respiratoria.
La evolución de la Fisioterapia Respiratoria en los últimos años ha supuesto un nuevo modelo de actuación basado en diferentes estudios científicos publicados y en la incorporación de nuevas técnicas, así como dispositivos y ayudas instrumentales.
Se considera como fractura de la diáfisis de la tibia, aquélla que ocurre entre dos líneas imaginarias: la superior coincidente con el plano diáfiso-metafisiario proximal, y la inferior con el plano diáfiso-metafisiario distal. Las fracturas que ocurren por encima de este límite superior, corresponden a fracturas de la metáfisis superior de la tibia, o de los platillos tibiales; cuando ocurren por debajo del límite inferior, corresponden a fracturas de la metáfisis distal o del pilón tibial; más hacia abajo ya son fracturas epifisiarias (tobillos).
Síntomas.
Con frecuencia se encuentran presentes todos los síntomas y signos propios de las fracturas, por lo cual, en la mayoría de los casos, el diagnóstico fluye desde la simple inspección:
Dolor intenso.
Impotencia funcional, aunque el peroné esté indemne.
Edema.
Equímosis.
Crépito óseo con los intentos de movilizar la pierna.
Frecuente desviación de los ejes: angulación y rotación del segmento distal.
Movilidad anormal de los fragmentos.
Bulas, generalmente de contenido sanguinolento: son indicio casi seguro de una fractura, generalmente de graves caracteres.
Por ello, el diagnóstico de la fractura misma es fácil, sin tener que recurrir a maniobras semiológicas, que debieran ser proscritas por dolorosas y peligrosas: movilización de los fragmentos buscando crépito óseo, o movilidad de los fragmentos.
Tratamiento.
Abordaremos este aspecto, por razones prácticas, en dos momentos de la evolución: I. Tratamiento de suma urgencia; esto es, en el momento y sitio mismo del accidente. II. Tratamiento definitivo.
Tratamiento de suma urgencia
Corresponde a un momento crítico, dramático por las circunstancias en que ha sucedido el accidente, por la inquietud angustiosa que trae consigo, además del dolor y necesidad de tomar una conducta urgente. Debe considerarse además que es frecuente que, de la conducta acertada o equivocada que en esos momentos se adopte, dependa la evolución futura de la enfermedad. Exposición del foco, compromiso vascular o neurológico, shock, dolores indebidos, etc., suelen ser las consecuencias de una toma de decisión errada.
Conducta a seguir
No mueva al enfermo hasta que se haya tomado una determinación inteligente.
Coja suavemente, pero con firmeza, el pie y el tobillo y procure, con una tracción axial suave, pero sostenida, corregir el eje axial y la rotación de la pierna fracturada.
Inmovilice el miembro inferior entero, desde la raíz del muslo hasta el pie, con cualquier elemento rígido: tabla, cartón, esquí, etc. Incluso da buen resultado un periódico doblado varias veces y conformando como un canal longitudinal.
Fije todo el miembro inferior a la férula rígida (férula de Thomas), con vendas, correas, etc.
Por último, si no tiene elementos rígidos a su disposición, fije el miembro fracturado, traccionado, al miembro sano.
Todo el procedimiento se puede realizar sin analgesia previa; si procede con calma y seguridad no debiera provocar dolor. Si tiene analgésicos a su disposición, úselos sin vacilar, inyectándolos 15 minutos antes de intentar cualquier maniobra.
Tratamiento definitivo
Quizás sean pocas las fracturas que han motivado mayores controversias respecto al tratamiento definitivo. La lista de posibles complicaciones, riesgos producidos durante el desarrollo del tratamiento, o dificultades en el manejo de la fractura misma, es inquietante:
Elevada incidencia de exposición del foco de fractura.
Frecuente compromiso de las partes blandas que cubren la diáfisis tibial, agravado por el traumatismo quirúrgico de la técnica operatoria, con el riesgo inminente de la infección consecutiva.
Gran tendencia a la inestabilidad de los fragmentos, sobre todo en aquellas fracturas de rasgos oblícuos o helicoidales.
Dificultad a veces invencible para lograr la reducción correcta.
Obligación de conseguir reducciones perfectas, sobre todo en el plano lateral (varo y valgo del fragmento distal).
Conocida lentitud de los procesos de osteogénesis reparadora.
Frecuente producción de secuelas post-yeso: edemas residuales casi invencibles, rigidez de rodilla y tobillo, atrofias musculares, especialmente del cuádriceps, etc.
Esta lista de riesgos y dificultades con que se enfrenta el médico en esta fractura, explica que se sigan todavía planteando diversos métodos de tratamiento. Por un lado, hay quienes preconizan, y con muy buenas razones, la excelencia del método quirúrgico (osteosíntesis) como tratamiento ideal; hay otros, también con excelentes razones, que preconizan como ideal el tratamiento ortopédico. La respuesta correcta al problema de cada enfermo, está en recordar que la decisión terapéutica está determinada por la consideración de numerosas circunstancias, que suelen ser diferentes en cada caso en particular, y sólo el estudio y evaluación inteligente y criteriosa de cada caso, permitirá la elección del método terapéutico ideal:
Tipo de fractura.
Anatomía de los rasgos.
Inestabilidad de los fragmentos.
Estado de la piel de la pierna.
Edad del enfermo.
Experiencia del equipo de médicos tratantes.
Nivel de adecuación de infraestructura hospitalaria (pabellón aséptico, apoyo radiográfico, excelencia de instrumental, etc.).
Sólo después de haber estudiado profunda y reflexivamente cada caso, el médico deberá tomar una decisión definitiva y valedera para ese enfermo en forma particular. En la actualidad hay un convencimiento casi universal en el sentido de que el tratamiento ortopédico, no quirúrgico, sería, en la mayoría de los casos, el más eficaz y el que menos riesgos presenta al enfermo. Métodos no agresivos, usados en forma simple o complementados con técnicas de tracción, empleando el yeso como elemento de contensión e inmovilización, con una técnica correcta, logran conseguir, en la inmensa mayoría de los casos, consolidaciones perfectas en plazos variables entre 3 a 5 meses.
Tratamiento ortopédico
Tan pronto como sea posible, en general a las pocas horas del accidente, se debe reducir a inmovilizar la fractura. En este momento los fragmentos pueden ser manipulados con facilidad, no hay contractura muscular, aún el edema no se ha producido; por lo tanto, las condiciones para lograr una reducción e inmovilización son ideales. En general, si se actúa con suavidad, inspirando y ganándose la confianza del paciente, ni siquiera es necesaria la anestesia (focal o epidural).
Enfermo sentado con ambas piernas colgando en el borde de la camilla. El peso mismo de la pierna actúa alineando y reduciendo la fractura.
Médico sentado frente al enfermo en un nivel más bajo que la camilla.
Colocación de malla tubular y protección de las prominencias óseas.
Control visual de la correcta alineación de los ejes de la pierna: eje lateral, antero posterior y rotación.
Colocación de las vendas enyesadas hasta por encima del tobillo (primer tiempo).
Se controla y corrige los ángulos del pie, evitando la posición en equino, en varo o valgo; se controla y corrige los ejes de la pierna: rotación, varo-valgo y ante o recurvatum.
Fraguado el yeso que inmoviliza el pie, se prolonga hasta un plano por debajo de la rodilla (segundo tiempo).
Control radiográfico de la posición de los fragmentos.
Se extiende la rodilla hasta dejarla en una semiflexión; entonces, se prolonga el yeso hasta un plano coincidente con el pliegue inguinal (tercer tiempo).
Enfermo hospitalizado:
Pierna elevada.
Control clínico permanente.
Alerta ante los signos de compresión dentro del yeso.
Iniciar de inmediato ejercicios activos de movilización de los dedos del pie, cuádriceps y cadera.
Alta cuando:
Se haya comprobado que no hay edema.
El control radiográfico demuestra una correcta y estable reducción.
No haya molestias derivadas del yeso.
En la mayoría de los casos, el enfermo le quedará eternamente agradecido.
La ya conocida fractura de tibia del jugador de fútbol David Villa, perteneciente al F.C. Barcelona, es una fractura de este tipo. Tras su operación tendrá una larga recuperación de 6 meses hasta estar de nuevo en plenas falcultades.
La información ha sido sacada del "Manual Merck" y de "Youtube".
El kinesiotaping o vendaje neuromuscular se utiliza para solucionar problemas y dolores musculoesqueléticos sin restringir los movimientos de estos como ocurre en cierto tipo de vendajes. La técnica consiste en la aplicación de cintas adhesivas elásticas especiales sobre la zona afectada con el objetivo de no limitar el movimiento y eliminar dolores o problemas musculares.
Las principales funciones de este tipo de vendaje son: sujección de músculos (estabilidad muscular y articular), reducción de inflamación y mejora de la circulación, aliviar el dolor y corregir problemas articulares. De este modo se produce una recuperación más temprana del deportista y puede incorporarse antes a los entrenamientos, de aqui que últimamente podamos ver a varios deportistas valiéndose de esta técnica de fisioterapia.
Todos los vendajes derivados del kinesiotaping se caracterizan por permitir al paciente una movilidad completa, al tiempo que refuerzan la articulación o músculo lesionado. De esta manera permiten al deportista el desarrollo de la actividad aportando un refuerzo desde el punto de vista funcional.
Desde la introducción de Kinesio taping en los EE.UU y posteriormente en Europa, diversos especialistas de la medicina como fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales, médicos, podólogos deportivos, etc., han reconocido y utilizan día a día esta modalidad calificándola de eficaz, segura, y fácil de usar. El método y la cinta o tape utilizado permiten que el individuo reciba las ventajas terapéuticas las 24 horas del día y durante 3 o 4 días.
La artrosis (artritis degenerativa, enfermedad degenerativa de las articulaciones) es un trastorno crónico de las articulaciones caracterizado por la degeneración del cartílago y del hueso adyacente, que puede causar dolor articulatorio y rigidez.
La artrosis, el trastorno articulatorio más frecuente, afecta en algún grado a muchas personas alrededor de los 70 años de edad, tanto varones como mujeres. Sin embargo, la enfermedad tiende a desarrollarse en los varones a una edad más temprana. La artrosis también puede aparecer en casi todos los vertebrados, incluyendo peces, anfibios y aves. Los animales acuáticos como los delfines y las ballenas pueden padecer artrosis, sin embargo, ésta no afecta a ninguno de los dos tipos de animales que permanecen colgados con la cabeza hacia abajo, los murciélagos y los perezosos. La enfermedad está tan ampliamente difundida en el reino animal que algunos médicos piensan que puede haber evolucionado a partir de un antiguo método de reparación del cartílago.
Persisten todavía muchos mitos sobre la artrosis, por ejemplo, que es un rasgo inevitable de la vejez, como los cabellos grises y los cambios en la piel; que conduce a discapacidades mínimas y que su tratamiento no es eficaz. Aunque la artrosis es más frecuente en personas de edad, su causa no es el simple deterioro que conlleva el envejecimiento. La mayoría de los afectados por esta enfermedad, especialmente los más jóvenes, presentan pocos síntomas o ninguno; sin embargo, algunas personas mayores desarrollan discapacidades significativas.
Causas
Las articulaciones tienen un nivel tan escaso de fricción que no se desgastan, salvo si se utilizan excesivamente o sufren lesiones. Es probable que la artrosis se inicie con una anormalidad de las células que sintetizan los componentes del cartílago, como colágeno (una proteína resistente y fibrosa del tejido conectivo) y proteoglicanos (sustancias que dan elasticidad al cartílago). El cartílago puede crecer demasiado, pero finalmente se vuelve más delgado y se producen grietas en la superficie. Se forman cavidades diminutas que debilitan la médula del hueso, bajo el cartílago. Puede haber un crecimiento excesivo del hueso en los bordes de la articulación, produciendo tumefacciones (osteofitos) que pueden verse y sentirse al tacto. Estas tumefacciones pueden interferir el funcionamiento normal de la articulación y causar dolor.
Por último, la superficie lisa y regular del cartílago se vuelve áspera y agujereada, impidiendo que la articulación pueda moverse con facilidad. Se produce una alteración de la articulación por el deterioro de todos sus componentes, es decir, el hueso, la cápsula articular (tejidos que envuelven algunas articulaciones), la membrana sinovial (tejido que reviste la articulación), los tendones y el cartílago.
Existen dos clasificaciones de la artrosis: primaria (idiopática) cuando la causa se desconoce y secundaria cuando la causa es otra enfermedad, bien sea la de Paget, una infección, una deformidad, una herida o el uso excesivo de la articulación. Resultan especialmente vulnerables los individuos que fuerzan sus articulaciones de forma reiterada, como los obreros de una fundición o de una mina de carbón y los conductores de autobuses. Sin embargo, los corredores profesionales de maratón no tienen un mayor riesgo de desarrollar este trastorno. Aunque no existe evidencia concluyente al respecto, es posible que la obesidad sea un factor importante en el desarrollo de la artrosis.
Artrosis de la columna vertebral Los círculos indican las articulaciones más frecuentemente afectadas por la artrosis a nivel de la columna vertebral (cervical y lumbar), las manos, los pies, las caderas y las rodillas.
Síntomas
Al llegar a los 40 años de edad, muchas personas presentan signos de artrosis en las radiografías, especialmente en las articulaciones que sostienen el peso (como la cadera), pero relativamente pocos presentan síntomas.
Por lo general, los síntomas se desarrollan gradualmente y afectan inicialmente a una o a varias articulaciones (las de los dedos, la base de los pulgares, el cuello, la zona lumbar, el dedo gordo del pie, la cadera y las rodillas). El dolor es el primer síntoma, que aumenta por lo general con la práctica de ejercicio. En algunos casos, la articulación puede estar rígida después de dormir o de cualquier otra forma de inactividad; sin embargo, la rigidez suele desaparecer a los 30 minutos de haber iniciado el movimiento de la articulación.
La articulación puede perder movilidad e incluso quedar completamente rígida en una posición incorrecta a medida que empeora la lesión provocada por la artrosis. El nuevo crecimiento del cartílago, del hueso y otros tejidos puede aumentar el tamaño de las articulaciones. El cartílago áspero hace que las articulaciones rechinen o crujan al moverse. Las protuberancias óseas se desarrollan con frecuencia en las articulaciones de las puntas de los dedos (nódulos de Heberden).
En algunos sitios (como la rodilla), los ligamentos que rodean y sostienen la articulación se estiran de modo que ésta se vuelve inestable. Tocar o mover la articulación puede resultar muy doloroso.
En contraste, la cadera se vuelve rígida, pierde su radio de acción y provoca dolor al moverse. La artrosis afecta con frecuencia a la columna vertebral. El dolor de espalda es el síntoma más frecuente. Las articulaciones lesionadas de la columna suelen causar únicamente dolores leves y rigidez.
Sin embargo, si el crecimiento óseo comprime los nervios, la artrosis de cuello o de la zona lumbar puede causar entumecimiento, sensaciones extrañas, dolor y debilidad en un brazo o en una pierna. En raras ocasiones, la compresión de los vasos sanguíneos que llegan a la parte posterior del cerebro ocasiona problemas de visión, sensación de mareo (vértigo), náuseas y vómitos. A veces el crecimiento del hueso comprime el esófago, dificultando la deglución.
La artrosis sigue un lento desarrollo en la mayoría de los casos tras la aparición de los síntomas. Muchas personas presentan alguna forma de discapacidad pero, en ocasiones, la degeneración articular se detiene.
Tratamiento
Tanto los ejercicios de estiramiento como los de fortalecimiento y de postura resultan adecuados para mantener los cartílagos en buen estado, aumentar la movilidad de una articulación y reforzar los músculos circundantes de manera que puedan amortiguar mejor los impactos. El ejercicio se debe compensar con el reposo de las articulaciones dolorosas; sin embargo, la inmovilización de una articulación tiende más a agravar la artrosis que a mejorarla. Los síntomas empeoran con el uso de sillas, reclinadores, colchones y asientos de automóvil demasiado blandos. Se recomienda usar sillas con respaldo recto, colchones duros o tableros de madera bajo el colchón. Los ejercicios específicos para la artrosis de la columna vertebral pueden resultar útiles; sin embargo, se necesitan soportes ortopédicos para la espalda en caso de problemas graves. Es importante mantener las actividades diarias habituales, desempeñar un papel activo e independiente dentro de la familia y seguir trabajando.
Así mismo resultan útiles la fisioterapia y el tratamiento con calor local. Para aliviar el dolor de los dedos es recomendable, por ejemplo, calentar cera de parafina mezclada con aceite mineral a una temperatura de 48 a 51 ºC, para luego mojar los dedos, o tomar baños tibios o calientes. Las tablillas o soportes pueden proteger articulaciones específicas durante actividades que generen dolor. Cuando la artrosis afecta al cuello, pueden ser útiles los masajes realizados por terapeutas profesionales, la tracción y la aplicación de calor intenso con diatermia o ultrasonidos.
Los fármacos son el aspecto menos importante del programa global de tratamiento. Un analgésico como el paracetamol (acetaminofén) puede ser suficiente. Un antiinflamatorio no esteroideo como la aspirina o el ibuprofeno puede disminuir el dolor y la inflamación. Si una articulación se inflama, se hincha y provoca dolor repentinamente, los corticosteroides se pueden inyectar directamente en ella, aunque esto sólo suele proporcionar alivio a corto plazo.
La cirugía puede ser útil cuando el dolor persiste a pesar de los demás tratamientos. Algunas articulaciones, sobre todo la cadera y la rodilla, pueden sustituirse por una artificial (prótesis) que, por lo general, da muy buenos resultados: mejora la movilidad y el funcionamiento en la mayoría de los casos y disminuye el dolor de forma notable. Por tanto, cuando el movimiento se ve limitado, puede considerarse la posibilidad de una prótesis de la articulación.
La información ha sido sacada del "Manual Merck" y de "Youtube".
Un esguince de tobillo es un desgarro de los ligamentos (el tejido elástico resistente que conecta los huesos entre sí) en el tobillo.
Cualquiera de los ligamentos del tobillo puede lesionarse. Las torceduras suelen ocurrir cuando el tobillo rota hacia fuera, haciendo que la planta del pie mire hacia el otro pie (se invierta). Los ligamentos flojos en el tobillo, los músculos débiles, las lesiones de los nervios de la pierna, ciertos tipos de calzado (como los zapatos de tacón alto y estrecho) y ciertas maneras de caminar, tienden a provocar la rotación del pie hacia fuera, aumentando el riesgo de una torcedura.
Síntomas
La gravedad del esguince depende del grado de estiramiento o de desgarro de los ligamentos. En un esguince leve (grado 1), los ligamentos pueden estirarse pero, de hecho, no se desgarran. El tobillo no suele lastimarse o hincharse demasiado; sin embargo, una torcedura leve aumenta el riesgo de una lesión recurrente. En un esguince moderado (grado 2), los ligamentos se desgarran parcialmente. La inflamación y los hematomas son frecuentes. Por lo general, es doloroso y resulta difícil caminar. En el esguince grave (grado 3), los ligamentos se desgarran completamente, causando hinchazón y a veces hemorragia bajo la piel. Por consiguiente, el tobillo se vuelve inestable e incapaz de sostener el peso.
Diagnóstico y tratamiento
La exploración física del tobillo orienta acerca de la extensión de la lesión del ligamento. Con frecuencia, se hace una radiografía para determinar si el hueso está fracturado, pero no se aprecia la torcedura del tobillo. Se requieren pruebas complementarias sólo en contadas ocasiones.
El tratamiento depende de la gravedad del esguince. Generalmente, las torceduras leves se tratan envolviendo el tobillo y el pie con un vendaje elástico, aplicando compresas de hielo en la zona, elevando el tobillo y, a medida que los ligamentos se curan, se aumenta de forma gradual el número de pasos y ejercicios. En las torceduras moderadas se aplica habitualmente un soporte para caminar, que se mantiene durante 3 semanas. Éste inmoviliza la parte inferior de la pierna pero permite andar con el tobillo lesionado. En las lesiones graves, puede necesitarse una intervención quirúrgica, pero existe controversia sobre este tipo de cirugía. Según algunos cirujanos, la reconstrucción quirúrgica de los ligamentos desgarrados y gravemente lesionados no es más eficaz que el tratamiento sin cirugía. Es muy importante la fisioterapia para restablecer el movimiento, fortalecer los músculos y mejorar el equilibrio y tiempo de respuesta, antes de volver a las actividades intensivas.
Las personas cuyos tobillos se tuercen con facilidad pueden evitar las lesiones subsiguientes utilizando aparatos ortopédicos (abrazaderas) para los tobillos y colocando dispositivos en el calzado para estabilizar el pie y el tobillo.
Complicaciones
A veces, un esguince grave o moderado causa problemas incluso después de que el ligamento ha sanado. Se puede desarrollar un pequeño nódulo en uno de los ligamentos del tobillo que causa una fricción constante en la articulación, conduciendo a la inflamación crónica y, finalmente, a daños permanentes. La inyección de una mezcla de corticosteroides en el tobillo reduce la inflamación, y la administración de un anestésico local alivia el dolor de modo eficaz. En raras ocasiones se requiere la intervención quirúrgica.
En un esguince puede también lesionarse el nervio que recorre uno de los ligamentos del tobillo. El dolor y el hormigueo consecuentes (neuralgia) se alivian, a veces de modo permanente, con una inyección de un anestésico local.
Las personas con esguince de tobillo suelen caminar de un modo que desgasta excesivamente los tendones (tejidos fibrosos y resistentes que conectan los músculos al hueso o los músculos entre sí); el resultado final es la inflamación de los tendones del lado externo del tobillo. Esta afección, llamada tenosinovitis peroneal, puede causar hinchazón crónica y dolor en la parte externa del tobillo. El tratamiento consiste en usar soportes para el tobillo, que limitan el movimiento de la articulación. También pueden ser eficaces las inyecciones de cortisona dentro de la vaina del tendón, aunque no debe abusarse de su uso.
En ocasiones, el impacto de un esguince grave causa espasmos en los vasos sanguíneos del tobillo que reducen la circulación sanguínea. Por consiguiente, algunas zonas del hueso y de otros tejidos pueden resultar afectadas debido a la falta de irrigación, por lo que pueden comenzar a deteriorarse. Esta afección, denominada distrofia simpática refleja o atrofia de Sudeck, puede provocar hinchazón y dolor en el pie, a menudo intenso, que puede pasar de un punto a otro del tobillo y del pie. A pesar del dolor, la persona puede seguir caminando. La fisioterapia y los analgésicos administrados por vía oral pueden ser útiles. Se puede recurrir, en caso de dolor crónico e intenso, a la inyección de un anestésico local alrededor del nervio que estimula el tobillo (bloqueo del nervio), así como a la administración de corticosteroides y al apoyo psicológico.
El síndrome de seno del tarso es el dolor persistente en la zona entre el hueso del talón (calcáneo) y el hueso del tobillo (talus o astrágalo), a raíz de una torcedura. Puede estar asociado con el desgarro parcial de los ligamentos dentro del pie. Las inyecciones de corticosteroides y los anestésicos locales son a menudo útiles.
La información ha sido sacada del "Manual Merck" y de "Youtube".
La bursitis es la inflamación con dolor de una bolsa (un saco aplanado que contiene líquido sinovial y que facilita el movimiento normal de algunas articulaciones y músculos, reduciendo la fricción).
Las bolsas están localizadas en los puntos de fricción, especialmente donde hay tendones o músculos que pasan por encima del hueso. Aunque una bolsa generalmente contiene muy poco líquido, si se lesiona puede inflamarse y llenarse de líquido.
La bursitis puede resultar del uso excesivo de una articulación de manera crónica, de heridas, gota, seudogota, artritis reumatoide o infecciones, pero con frecuencia, se desconoce la causa. Aunque los hombros son los más propensos a la bursitis, también se inflaman frecuentemente las bolsas de los codos, las caderas, la pelvis, las rodillas, los dedos del pie y los talones.
Síntomas.
La bursitis causa dolor y tiende a limitar el movimiento, pero los síntomas específicos dependen de la localización de la bolsa inflamada. Por ejemplo, cuando se inflama una bolsa del hombro, aparece dolor y dificultad al alzar el brazo y separarlo del lado del cuerpo (como al ponerse una prenda con mangas).
La bursitis aparece de forma repentina, y la zona inflamada duele cuando se mueve o se toca. La piel por encima de las bolsas localizadas muy cerca de la superficie (como cerca de la rodilla y del codo) puede enrojecer e inflamarse. La bursitis aguda, causada por una infección o por la gota, es particularmente dolorosa y la zona afectada se enrojece y al tacto se nota caliente.
La bursitis crónica puede ser el resultado de ataques previos de bursitis aguda o de lesiones repetidas. Finalmente, las paredes de la bolsa se engruesan y puede depositarse en ellas un material anormal con acumulaciones de calcio sólido, con aspecto de yeso. Las bolsas con lesiones son más propensas a inflamaciones cuando se someten a ejercicios o esfuerzos inusuales. El dolor y la hinchazón prolongados limitan el movimiento, causando debilidad motora y atrofia muscular. Los accesos de bursitis crónica pueden durar de unos pocos días a varias semanas, y con frecuencia son recidivantes.
Diagnóstico y tratamiento.
El médico puede considerar que se trata de una bursitis si la zona alrededor de la bolsa duele a la palpación y si algunos movimientos específicos de la articulación resultan dolorosos. Si la bolsa está notablemente hinchada, el médico puede extraer con una aguja y una jeringa una muestra de líquido de la bolsa para hacer pruebas que determinen las causas de la inflamación (como una infección o la gota). Las radiografías no suelen ser útiles, a menos que detecten las típicas acumulaciones de calcio.
Las bolsas infectadas se deben drenar, administrando, además, antibióticos apropiados. La bursitis aguda no infecciosa habitualmente se trata con reposo, inmovilización temporal de la articulación afectada y un antiinflamatorio no esteroideo como indometacina, ibuprofeno o naproxeno. En ocasiones, se pueden necesitar analgésicos más fuertes. Como alternativa, puede inyectarse directamente en la bolsa una mezcla de un anestésico local y un corticosteroide. Puede que la inyección se tenga que repetir de nuevo.
Las personas que sufren de bursitis aguda pueden tomar por vía oral un corticosteroide, como la prednisona, durante algunos días. Cuando disminuya el dolor, la práctica de ejercicios específicos es útil para aumentar el grado del movimiento articular.
El tratamiento de la bursitis crónica es similar, aunque es menos probable que tanto el reposo como la inmovilización sean eficaces. En algunas ocasiones, las grandes acumulaciones de calcio en los hombros pueden irrigarse con una aguja de grueso calibre o extraerse quirúrgicamente. Las bursitis que limitan la función de los hombros pueden aliviarse mediante varias inyecciones de corticosteroides junto con una fisioterapia intensiva, para restablecer el funcionamiento de la articulación. Los ejercicios ayudan a reforzar los músculos debilitados y restablecen el grado completo del movimiento articular. La bursitis es, con frecuencia, recidivante si no se corrige la causa subyacente, como la gota, la artritis reumatoide o el uso excesivo crónico de la articulación.
La bursitis es la inflamación con dolor de una bolsa (un saco aplanado que contiene líquido sinovial y que facilita el movimiento normal de algunas articulaciones y músculos, reduciendo la fricción).
Las bolsas están localizadas en los puntos de fricción, especialmente donde hay tendones o músculos que pasan por encima del hueso. Aunque una bolsa generalmente contiene muy poco líquido, si se lesiona puede inflamarse y llenarse de líquido.
La bursitis puede resultar del uso excesivo de una articulación de manera crónica, de heridas, gota, seudogota, artritis reumatoide o infecciones, pero con frecuencia, se desconoce la causa. Aunque los hombros son los más propensos a la bursitis, también se inflaman frecuentemente las bolsas de los codos, las caderas, la pelvis, las rodillas, los dedos del pie y los talones.
Síntomas
La bursitis causa dolor y tiende a limitar el movimiento, pero los síntomas específicos dependen de la localización de la bolsa inflamada. Por ejemplo, cuando se inflama una bolsa del hombro, aparece dolor y dificultad al alzar el brazo y separarlo del lado del cuerpo (como al ponerse una prenda con mangas).
La bursitis aparece de forma repentina, y la zona inflamada duele cuando se mueve o se toca. La piel por encima de las bolsas localizadas muy cerca de la superficie (como cerca de la rodilla y del codo) puede enrojecer e inflamarse. La bursitis aguda, causada por una infección o por la gota, es particularmente dolorosa y la zona afectada se enrojece y al tacto se nota caliente.
La bursitis crónica puede ser el resultado de ataques previos de bursitis aguda o de lesiones repetidas. Finalmente, las paredes de la bolsa se engruesan y puede depositarse en ellas un material anormal con acumulaciones de calcio sólido, con aspecto de yeso. Las bolsas con lesiones son más propensas a inflamaciones cuando se someten a ejercicios o esfuerzos inusuales. El dolor y la hinchazón prolongados limitan el movimiento, causando debilidad motora y atrofia muscular. Los accesos de bursitis crónica pueden durar de unos pocos días a varias semanas, y con frecuencia son recidivantes.
Diagnóstico y tratamiento
El médico puede considerar que se trata de una bursitis si la zona alrededor de la bolsa duele a la palpación y si algunos movimientos específicos de la articulación resultan dolorosos. Si la bolsa está notablemente hinchada, el médico puede extraer con una aguja y una jeringa una muestra de líquido de la bolsa para hacer pruebas que determinen las causas de la inflamación (como una infección o la gota). Las radiografías no suelen ser útiles, a menos que detecten las típicas acumulaciones de calcio.
Las bolsas infectadas se deben drenar, administrando, además, antibióticos apropiados. La bursitis aguda no infecciosa habitualmente se trata con reposo, inmovilización temporal de la articulación afectada y un antiinflamatorio no esteroideo como indometacina, ibuprofeno o naproxeno. En ocasiones, se pueden necesitar analgésicos más fuertes. Como alternativa, puede inyectarse directamente en la bolsa una mezcla de un anestésico local y un corticosteroide. Puede que la inyección se tenga que repetir de nuevo.
Las personas que sufren de bursitis aguda pueden tomar por vía oral un corticosteroide, como la prednisona, durante algunos días. Cuando disminuya el dolor, la práctica de ejercicios específicos es útil para aumentar el grado del movimiento articular.
El tratamiento de la bursitis crónica es similar, aunque es menos probable que tanto el reposo como la inmovilización sean eficaces. En algunas ocasiones, las grandes acumulaciones de calcio en los hombros pueden irrigarse con una aguja de grueso calibre o extraerse quirúrgicamente. Las bursitis que limitan la función de los hombros pueden aliviarse mediante varias inyecciones de corticosteroides junto con una fisioterapia intensiva, para restablecer el funcionamiento de la articulación. Los ejercicios ayudan a reforzar los músculos debilitados y restablecen el grado completo del movimiento articular. La bursitis es, con frecuencia, recidivante si no se corrige la causa subyacente, como la gota, la artritis reumatoide o el uso excesivo crónico de la articulación.
La rodilla, como todas nuestras articulaciones está cubierta por cartílago. Al ser una articulación “de carga”, ese cartílago está expuesto a desgaste prematuro (artrosis u osteoartritis) más que otras articulaciones. Por otro lado, la rodilla es una articulación que está relativamente desprotegida, sin cobertura por tejidos blandos y es sitio frecuente de golpes y de lesiones por pivoteo. Además, no es raro que la rodilla presente variaciones de la anatomía como deformidades de la angulación o mal encarrilamiento de la patela (rótula), que aumentan mucho la carga y la predisponen a desgaste. El sobrepeso tiene mucho que ver en el desgaste de rodilla. Es frecuente encontrar pacientes obesos con este problema. El desgaste de la rodilla es una de las principales causas de consulta ortopédica a nivel mundial.
¿Cómo se diagnostica el desgaste de la rodilla?
Generalmente se revisa la historia del paciente. Muy frecuentemente tiene antecedentes de golpes en la rodilla, fracturas, lesiones de ligamentos o de meniscos, además de actividades laborales o deportivas que sobrecargan las rodillas. Se evalúa muy bien la alineación. Tanto la deformidad de las rodillas “de charro” (genu varo) o “en x” (genu valgo) son factores que aumentan la carga de un solo lado. Se valora muy bien el encarrilamiento de la patela. Lo usual es que el paciente refiera dolor progresivo, con dificultad para completar el movimiento. Una radiografía de frente, de lado y una proyección que se llama “Axial” de la rodilla es muy útil. A veces, las lesiones leves del cartílago de la rodilla, se pueden ver mejor en una Resonancia Magnética.
¿Qué se puede hacer cuando ya existe un desgaste en la rodilla?
Las opciones de tratamiento dependen del grado de desgaste. Lo más frecuente es que la mayoría de los ortopedistas dividan el desgaste en 4 grados, según la severidad: Grado I cuando solo hay “reblandecimiento del cartílago”, Grado II cuando está levemente “deshilachado”, Grado III cuando ya tiene “fisuras grandes”que llegan hasta el huesoy Grado IV cuando ya no hay cartílago “hueso expuesto”. También se pueden clasificar las lesiones en una radiografía en 4 grados. En términos generales, cuando la lesión es grado I y II, el tratamiento consiste en desinflamatorios, modificaciones de las actividades, terapia física, ejercicios, estiramientos y complementos como la glucosamina o diacereína. Cuando esto no ha funcionado o cuando ya existe un desgaste grado III, se puede aplicar una inyección de esteroides para disminuir la inflamación. Una“Limpieza Articular” por artroscopia puede mejorar el dolor y la función y tratar problemas mecánicos como lesiones de los meniscos y ligamentos.
Otra opción es la “viscosuplementación” en la que se introduce a la rodilla un líquido muy similar al líquido articular que funciona como desinflamatorio, lubrica la articulación y mejora las condiciones mecánicas de la rodilla. Si el problema es una mala alineación, pueden hacerse las Osteotomías (cortes en el hueso para enderezar las deformidades y descargar la parte afectada). La “ozonoterapia” es un método alternativo que se está usando en Europa y se ha puesto “de moda” aquí en México. La evidencia científica para su uso es muy limitada y por lo pronto, no hay estudios serios que avalen su uso. Su función es desinflamar la rodilla, pero es un tratamiento costoso y delicado. Hemos visto complicaciones importantes por la ozonoterapia mal aplicada, especialmente infecciones severas de la rodilla con destrucción del cartílago. Personalmente no te lo recomiendo. Hay muchos médicos que están lucrando con esto.
Cuando el desgaste es severo (grado IV), se puede pensar en una prótesis de la rodilla parcial o total. El resultado de estas es bastante bueno, eliminando el dolor y mejorando la función en forma sorprendente. El problema de las prótesis...es que hay que cuidarlas porque que se acaban en 10 -15 años y se tienen que cambiar por otra. La cirugía de recambio es más complicada, por tanto se duda en ponerlas cuando el paciente es joven. Si tienes este grado de desgaste,...que no te de miedo, puede ser una muy buena opción. Se está apostando a que las prótesis más nuevas que se están poniendo hoy, van a durar más que las que conocemos.
¿Qué otro tipo de lesiones del cartílago hay?
Hay lesiones aisladas del cartílago, bien delimitadas y con el resto de la articulación con cartílago normal. Se llaman lesiones condrales (solo cartílago) u osteocondrales (cartílago y hueso) y lo más frecuente es que ocurran por un golpe directo en la rodilla. Incluso puede darse en niños y el fragmento desprendido puede estar todavía adherido o estar “nadando” en la articulación como cuerpo libre y producir síntomas de que la rodilla “se traba”.
¿Cómo se tratan estas lesiones?
Depende del tamaño de la lesión. El tratamiento puede ir desde fijar el fragmento en su lugar con dardos o tornillos especiales, hasta retirar el fragmento por artroscopia y hacer pequeñas perforaciones en el hueso para formar una cicatriz que cubra el defecto (microfracturas) o pasar taquetes cilíndricos de hueso-cartílago de otro lugar de tu rodilla que no carga peso hacia el defecto con sistemas especiales (traslado osteocondral). Aunque son muy buenas opciones, no han logrado ser la solución ideal. Se está estudiando mucho en el mundo la opción del tomar células de cartílago del mismo paciente, cultivarlas, procesarlas de diferentes formas y colocarlas en la lesión (trasplante de cartílago). En México, todavía no se tiene esta tecnología al alcance de todos. Nuestro grupo está empezando ya con un laboratorio serio diseñado para ese efecto, que ha sido montado con un método estricto de control de calidad y siguiendo el método científico en forma rigurosa para lograr el trasplante de cartílago en nuestro país.
El tendón de Aquiles es uno de los más potentes y gruesos de nuestro cuerpo, el cual se forma por los músculos:gastrocnemios o gemelos (tiene dos cabezas: la lateral, que se encuentra en el cóndilo lateral del fémur, y la cabeza medial, localizada en la superficie poplítea del fémur, éstos llegan a la parte posterior del calcáneo) y el soleo (parte posterior del peroné llegando igual a la parte posterior del calcáneo).
Las lesiones pueden presentarse en cualquier momento, causando una incapacidad para realizar nuestras actividades cotidianas. Estas lesiones ya se presentaban anteriormente pero en los últimos años han tenido un incremento.
Causas
La tendinitis aquílea es una inflamación del tendón de Aquiles, un cordón muy resistente que se extiende desde los músculos de la pantorrilla hasta el talón. La tendinitis aquílea se produce cuando la presión ejercida sobre el tendón es mayor que la resistencia del propio tendón. Correr cuesta abajo ejerce una tensión adicional sobre el tendón de Aquiles porque el pie delantero se adelanta más antes de tocar el suelo. Correr cuesta arriba también tensa el tendón porque los músculos de la pantorrilla deben realizar un esfuerzo mayor para subir el talón cuando los dedos se levantan. Una talonera blanda (la parte posterior del calzado que cubre el talón) permite un movimiento excesivo del talón, tensando el tendón de Aquiles de modo desigual, lo que aumenta la probabilidad de desgarro. El calzado con suela rígida que no se dobla en la zona que une los dedos al pie, ejerce mayor tensión sobre el tendón de Aquiles, precisamente antes de que los dedos se levanten del suelo.
Son varios los factores biomecánicos que predisponen a la lesión de este tendón. Entre éstos destacan la rotación excesiva del pie hacia dentro (pronación), el hábito de utilizar demasiado el extremo posterior del talón (revisando el tacón de las zapatillas de deporte se nota dónde está más desgastado), las piernas arqueadas, la excesiva tensión del tendón de los poplíteos y de los músculos de la pantorrilla, los arcos de los pies muy pronunciados, los tendones de Aquiles demasiado tensos y las deformidades del talón. Síntomas
El tendón de Aquiles está envuelto en una vaina protectora; entre el tendón y su vaina hay una capa delgada de grasa que permite que el tendón se mueva libremente. Cuando el tendón se lesiona, se forman cicatrices entre el mismo y su vaina, haciendo que el tendón tire de la vaina a cada movimiento. De ahí que el movimiento sea doloroso. Seguir caminando o corriendo alivia el dolor porque aumenta la temperatura de la vaina, haciéndola más flexible, de modo que el tendón puede moverse con más libertad. Habitualmente, la presión sobre el tendón también causa dolor.
Si la persona ignora el dolor y sigue corriendo, una cicatriz rígida reemplaza el tendón elástico que dolerá siempre durante el ejercicio, sin posibilidad de curación.
Tratamiento Almohadillas de silicona o fieltro elevan el talón, eliminando la presión por el calzado, inyección dentro de la bolsa con un corticoide soluble mezclado con un anestésico local, compresas calientes, ultrasonido y reposo. Cuando esto no funciona se puede proceder a un tratamiento quirúrgico.
Ruptura del tendón de Aquiles
Es el problema más severo de la pierna, es un rasgado total o parcial que ocurre cuando el tendón es estirado excediendo su capacidad.