Fractura de la diáfisis de la tibia.
¿Qué es una fractura de la diáfisis de la tibia?
Se considera como fractura de la diáfisis de la tibia, aquélla que ocurre entre dos líneas imaginarias: la superior coincidente con el plano diáfiso-metafisiario proximal, y la inferior con el plano diáfiso-metafisiario distal.
Las fracturas que ocurren por encima de este límite superior, corresponden a fracturas de la metáfisis superior de la tibia, o de los platillos tibiales; cuando ocurren por debajo del límite inferior, corresponden a fracturas de la metáfisis distal o del pilón tibial; más hacia abajo ya son fracturas epifisiarias (tobillos).
Síntomas.
Con frecuencia se encuentran presentes todos los síntomas y signos propios de las fracturas, por lo cual, en la mayoría de los casos, el diagnóstico fluye desde la simple inspección:
Por ello, el diagnóstico de la fractura misma es fácil, sin tener que recurrir a maniobras semiológicas, que debieran ser proscritas por dolorosas y peligrosas: movilización de los fragmentos buscando crépito óseo, o movilidad de los fragmentos.
- Dolor intenso.
- Impotencia funcional, aunque el peroné esté indemne.
- Edema.
- Equímosis.
- Crépito óseo con los intentos de movilizar la pierna.
- Frecuente desviación de los ejes: angulación y rotación del segmento distal.
- Movilidad anormal de los fragmentos.
- Bulas, generalmente de contenido sanguinolento: son indicio casi seguro de una fractura, generalmente de graves caracteres.
El examen debe completarse buscando posibles lesiones vasculares (signos de isquemia distal), neurológicas o compromiso de la piel (fractura expuesta de primer grado: lesión puntiforme de la piel).
Tratamiento.
Abordaremos este aspecto, por razones prácticas, en dos momentos de la evolución:
I. Tratamiento de suma urgencia; esto es, en el momento y sitio mismo del accidente.
II. Tratamiento definitivo.
Tratamiento de suma urgencia
Corresponde a un momento crítico, dramático por las circunstancias en que ha sucedido el accidente, por la inquietud angustiosa que trae consigo, además del dolor y necesidad de tomar una conducta urgente.
Debe considerarse además que es frecuente que, de la conducta acertada o equivocada que en esos momentos se adopte, dependa la evolución futura de la enfermedad. Exposición del foco, compromiso vascular o neurológico, shock, dolores indebidos, etc., suelen ser las consecuencias de una toma de decisión errada.
Conducta a seguir
Todo el procedimiento se puede realizar sin analgesia previa; si procede con calma y seguridad no debiera provocar dolor.
- No mueva al enfermo hasta que se haya tomado una determinación inteligente.
- Coja suavemente, pero con firmeza, el pie y el tobillo y procure, con una tracción axial suave, pero sostenida, corregir el eje axial y la rotación de la pierna fracturada.
- Inmovilice el miembro inferior entero, desde la raíz del muslo hasta el pie, con cualquier elemento rígido: tabla, cartón, esquí, etc. Incluso da buen resultado un periódico doblado varias veces y conformando como un canal longitudinal.
- Fije todo el miembro inferior a la férula rígida (férula de Thomas), con vendas, correas, etc.
- Por último, si no tiene elementos rígidos a su disposición, fije el miembro fracturado, traccionado, al miembro sano.
Si tiene analgésicos a su disposición, úselos sin vacilar, inyectándolos 15 minutos antes de intentar cualquier maniobra.Otras recomendaciones
- Abrigue al enfermo.
- Pierna elevada.
- Ayúdelo psicológicamente infundiéndole confianza.
- Ofrézcale avisar a sus familiares.
- Si le es posible, acompáñelo.
- Determine su traslado urgente a un servicio especializado.
- Si ha administrado medicamentos (analgésicos, sedantes, opiáceos, etc.) indíquelo por escrito.
- Informe por escrito las circunstancias en que encontró al enfermo: pulso, respiración, estado de conciencia, comprobación del estado circulatorio y neurológico de la pierna fracturada.
- Por último, deje constancia de cualquier otro hecho de interés: otras lesiones, estado de ebriedad, pérdida de conciencia, etc.En estas condiciones, traslade al enfermo a un servicio de la especialidad.
Tratamiento definitivo
Quizás sean pocas las fracturas que han motivado mayores controversias respecto al tratamiento definitivo.
La lista de posibles complicaciones, riesgos producidos durante el desarrollo del tratamiento, o dificultades en el manejo de la fractura misma, es inquietante:
Esta lista de riesgos y dificultades con que se enfrenta el médico en esta fractura, explica que se sigan todavía planteando diversos métodos de tratamiento.
- Elevada incidencia de exposición del foco de fractura.
- Frecuente compromiso de las partes blandas que cubren la diáfisis tibial, agravado por el traumatismo quirúrgico de la técnica operatoria, con el riesgo inminente de la infección consecutiva.
- Gran tendencia a la inestabilidad de los fragmentos, sobre todo en aquellas fracturas de rasgos oblícuos o helicoidales.
- Dificultad a veces invencible para lograr la reducción correcta.
- Obligación de conseguir reducciones perfectas, sobre todo en el plano lateral (varo y valgo del fragmento distal).
- Conocida lentitud de los procesos de osteogénesis reparadora.
- Frecuente producción de secuelas post-yeso: edemas residuales casi invencibles, rigidez de rodilla y tobillo, atrofias musculares, especialmente del cuádriceps, etc.
Por un lado, hay quienes preconizan, y con muy buenas razones, la excelencia del método quirúrgico (osteosíntesis) como tratamiento ideal; hay otros, también con excelentes razones, que preconizan como ideal el tratamiento ortopédico.
La respuesta correcta al problema de cada enfermo, está en recordar que la decisión terapéutica está determinada por la consideración de numerosas circunstancias, que suelen ser diferentes en cada caso en particular, y sólo el estudio y evaluación inteligente y criteriosa de cada caso, permitirá la elección del método terapéutico ideal:
Sólo después de haber estudiado profunda y reflexivamente cada caso, el médico deberá tomar una decisión definitiva y valedera para ese enfermo en forma particular.
- Tipo de fractura.
- Anatomía de los rasgos.
- Inestabilidad de los fragmentos.
- Estado de la piel de la pierna.
- Edad del enfermo.
- Experiencia del equipo de médicos tratantes.
- Nivel de adecuación de infraestructura hospitalaria (pabellón aséptico, apoyo radiográfico, excelencia de instrumental, etc.).
En la actualidad hay un convencimiento casi universal en el sentido de que el tratamiento ortopédico, no quirúrgico, sería, en la mayoría de los casos, el más eficaz y el que menos riesgos presenta al enfermo. Métodos no agresivos, usados en forma simple o complementados con técnicas de tracción, empleando el yeso como elemento de contensión e inmovilización, con una técnica correcta, logran conseguir, en la inmensa mayoría de los casos, consolidaciones perfectas en plazos variables entre 3 a 5 meses.
La ya conocida fractura de tibia del jugador de fútbol David Villa, perteneciente al F.C. Barcelona, es una fractura de este tipo. Tras su operación tendrá una larga recuperación de 6 meses hasta estar de nuevo en plenas falcultades.Tratamiento ortopédico
Tan pronto como sea posible, en general a las pocas horas del accidente, se debe reducir a inmovilizar la fractura. En este momento los fragmentos pueden ser manipulados con facilidad, no hay contractura muscular, aún el edema no se ha producido; por lo tanto, las condiciones para lograr una reducción e inmovilización son ideales.
En general, si se actúa con suavidad, inspirando y ganándose la confianza del paciente, ni siquiera es necesaria la anestesia (focal o epidural).
- Enfermo sentado con ambas piernas colgando en el borde de la camilla. El peso mismo de la pierna actúa alineando y reduciendo la fractura.
- Médico sentado frente al enfermo en un nivel más bajo que la camilla.
- Colocación de malla tubular y protección de las prominencias óseas.
- Control visual de la correcta alineación de los ejes de la pierna: eje lateral, antero posterior y rotación.
- Colocación de las vendas enyesadas hasta por encima del tobillo (primer tiempo).
Se controla y corrige los ángulos del pie, evitando la posición en equino, en varo o valgo; se controla y corrige los ejes de la pierna: rotación, varo-valgo y ante o recurvatum.- Fraguado el yeso que inmoviliza el pie, se prolonga hasta un plano por debajo de la rodilla (segundo tiempo).
- Control radiográfico de la posición de los fragmentos.
- Se extiende la rodilla hasta dejarla en una semiflexión; entonces, se prolonga el yeso hasta un plano coincidente con el pliegue inguinal (tercer tiempo).
- Enfermo hospitalizado:
- Pierna elevada.
- Control clínico permanente.
- Alerta ante los signos de compresión dentro del yeso.
- Iniciar de inmediato ejercicios activos de movilización de los dedos del pie, cuádriceps y cadera.
- Alta cuando:
- Se haya comprobado que no hay edema.
- El control radiográfico demuestra una correcta y estable reducción.
- No haya molestias derivadas del yeso.
Cuidados posteriores
Primera fase
- El enfermo puede empezar a caminar con apoyo en 2 bastones (sin apoyo del yeso) desde el día siguiente de la reducción.
- Si no camina, debe permanecer en cama, con la pierna elevada.
- A los 7 a 10 días, el riesgo del edema prácticamente ha desaparecido y ya no es necesario mantener la pierna elevada.
- Controlar la práctica de los ejercicios de cuádriceps, cadera y movimiento de los dedos del pie.
- El estado del paciente y el estado del yeso, deben ser controlado cada 7 a 10 días.
- Así se mantiene por 3 a 5 semanas. Transcurrido este lapso se da comienzo a una segunda fase en el tratamiento.
- Nuevo control radiográfico.
Segunda fase
Transcurridas 4 a 5 semanas:
En estas condiciones, caminando con apoyo del yeso, con ayuda de bastones, se mantiene hasta cumplir 3 meses de tratamiento.
- Se saca el yeso. Aseo de la pierna; examen del estado de la piel.
- Control clínico de la estabilidad del foco de fractura. No debe olvidarse que es el examen clínico y no el aspecto radiográfico del foco de fractura, el que da una más fiel información respecto al progreso de la consolidación.
- Radiografía: de control sin yeso.
- Colocación de nuevo yeso, siempre en tres tiempos, como fue colocado la primera vez.
- Taco de marcha.
- Nueva radiografía de control, una vez fraguado el yeso.
- Corrección de desviaciones de eje si las hubiera.
- Si el grado de estabilidad clínico del foco de fractura confiere confianza en cuanto a su solidez, puede autorizarse la marcha con apoyo de bastones. Si así no ocurriera, no se autoriza la marcha hasta el próximo control.
Tercera fase
Cumplidas las 12 semanas:
Según sea de confiable clínicamente el callo óseo, complementado por la información radiográfica, se procede:
- Se retira el yeso.
- Aseo y examen del estado trófico de la piel.
- Control clínico del grado de solidez y estabilidad del foco de fractura.
- Radiografía de control.
- Retiro definitivo del yeso.
- Deambulación controlada con apoyo de bastones.
- Venda elástica.
- Rehabilitación controlada de movimientos de rodilla, tobillo, pie y ortejos.
- Rehabilitación controlada de cuádriceps.
- Control clínico cada 10, 15, 20 y 30 días, hasta su recuperación completa.
- Control radiográfico a los 30 y 60 días de sacado el yeso.
Inmovilización funcional
Cumplida la primera fase (3 a 5 semanas) y según sea de confiable clínicamente el callo de fractura, y dependiendo de la experiencia técnica del médico tratante, podría iniciarse la segunda fase del tratamiento con una bota de yeso (bota de Sarmiento), con apoyo en tuberosidad anterior de la tibia, muy bien modelada en torno a la base de los platillos tibiales, con apoyo en el contorno rotuliano, dejando libre el hueco poplíteo, lo que le permite la libre flexión de la articulación de la rodilla.
En la medida que haya dudas clínicas de una consolidación retrasada o falta de tecnicismo en el manejo de este tipo de yeso, es aconsejable decidirse por continuar la segunda y tercera fase con bota larga, bien modelada y ambulatoria.
La técnica del yeso con "inmovilización funcional", reactualizada por Sarmiento, corresponde a una modalidad de tratamiento que es privativa del especialista ya avezado en el manejo de esta modalidad terapéutica.Circunstancias especiales que complican las fracturas de la tibia
En la inmensa mayoría de los casos, la fractura de tibia no presenta hechos clínicos que compliquen la evolución y el tratamiento que hemos descrito. Sin embargo, con cierta frecuencia, la fractura se rodea de circunstancias adversas que obligan a modificar el plan terapéutico que hemos señalado:
Cada una de estas circunstancias obligan a tomar decisiones terapéuticas variadas y que son particulares para cada caso en estudio. Su tratamiento es propio del especialista, en un ambiente médico-quirúrgico altamente especializado. Daremos solamente algunas pautas básicas de procedimiento.
- Fracturas expuestas recientes o antiguas ya infectadas.
- Fracturas con gran edema de la pierna, bulas, escoriaciones, quemaduras, etc.
- Fracturas inestables.
- Fracturas expuestas: debe guiar su procedimiento según ciertos principios básicos:
- Evitar procedimientos que hagan expuesta una fractura cerrada (tratamiento incruento).
- Abrir y exponer ampliamente el foco expuesto.
- Aseo físico y quirúrgico del foco.
- Aponer o reducir los extremos óseos; no olvidemos que no es ése precisamente el objetivo de la intervención.
- Cierre por planos (excepto aponeurosis). Músculos afrontados, celular y piel. Es una condición indiscutible, que ninguna sutura debe quedar a tensión.
- Inmovilización por procedimientos que el médico habrá de seleccionar según lo aconsejen las circunstancias:
- Tracción continua transesquelética (desde el calcáneo).
- Bota larga de yeso, con ventana frente al foco. Sólo se recomienda en fracturas expuestas de grado I.
- Férula de yeso, muy bien ajustada, en fracturas bien reducidas y consideradas estables.
- Fijación externa, reservada a fracturas ampliamente expuestas (grado II o III) con pérdida de sustancia, infectadas, etc.
- Control permanente de la evolución de la herida y de la fractura.
- Antibioterapia adecuada.
- Cuando las circunstancias propias de la exposición hayan desaparecido, se continúa el tratamiento tal cual se hace en una fractura cerrada.
- Fracturas con gran edema, bulas, erosiones o quemaduras. Instalar:
- Tracción continua transcalcánea.
- Férula de Braun.
- Pierna elevada.
- Control permanente.
- Cuando las circunstancias adversas hayan desaparecido, se perfecciona la reducción y se inmoviliza con bota larga de yeso (mesa traumatológica).
Generalmente debe ser realizada con anestesia general, epidural y control radiológico.- Fijación externa. Reservada para especialistas que posean una buena experiencia en el procedimiento.
- Fracturas inestables: las fracturas de la diáfisis tibial frecuentemente resultan difíciles de reducir y de estabilizar. Una alternativa de tratamiento ortopédico para resolver el problema lo constituye el uso del vendaje enyesado con agujas de transfixión ósea e incorporadas al vendaje enyesado:
- Anestesia general o epidural para reducir la fractura en mesa traumatológica.
- Conseguida y mantenida la reducción, se transfixiona el segmento proximal y el distal de la tibia con uno o dos clavos de Steiman de 3 mm. La transfixión se realiza 3 a 4 cm, por lo menos, por encima y por debajo del foco de fractura.
- Comprobada la mantención de la reducción correcta, se coloca bota larga de yeso, incluyendo los segmentos de los clavos de Steiman, que quedan incorporados al yeso.
- Control de la reducción de la fractura.
- Si quedan defectos en la angulación de los fragmentos, se corrigen con los cortes en cuña del yeso ya fraguado.
- Los clavos se extraen después de un plazo de 4 a 6 semanas.
- Se continúa con el tratamiento según la forma habitual.
Tratamiento quirúrgico
Quizás sea la fractura de tibia donde el tratamiento quirúrgico (osteosíntesis) ha sido más discutido.
La lista de complicaciones directamente producidas por la intervención es larga; sin duda que de todas ellas, la más temible por sus consecuencias es la infección. Es por eso que en casi todos los servicios traumatológicos del mundo, se preconiza como método de elección el tratamiento ortopédico ya descrito, reservando la técnica quirúrgica para casos seleccionados según indicaciones muy estrictas y precisas. Sin embargo, el largo tiempo de inmovilización (mínimo 3 meses), la atrofia muscular y las rigideces articulares que conlleva, hacen que los casos de irreductibilidad determinen que la terapéutica se oriente al tratamiento quirúrgico, permitiendo una reducción anatómica y estable, una movilización articular precoz y una deambulación con descarga más segura y precoz.
Indicaciones
- Fractura expuesta.
- Fractura irreductible.
- Fractura inestable.
- Fractura con compromiso vascular.
- Fractura en hueso patológico.
- Fractura conminuta.El cirujano puede sentir una poderosa tentación por resolver el problema usando placas, tornillos, clavos intramedulares, etc., engañado por la aparente facilidad que pareciera ofrecer un hueso de tan fácil acceso. El error es evidente; las dificultades técnicas para reducir y estabilizar los fragmentos óseos suelen ser insuperables, constituyéndose a menudo en una intervención de gran complejidad.
Además, el precio que el enfermo puede pagar por una reducción perfecta suele ser elevado y de proyecciones insospechadas.
La lista de complicaciones que pueden presentarse es temible:
El cirujano que afronta la responsabilidad de una terapéutica quirúrgica en una fractura de tibia, no debe ignorar que ya es un desastre una pseudoartrosis, pero si la pseudoartrosis está infectada, el desastre puede tener consecuencias catastróficas.
- Infección de la herida.
- Osteomielitis del foco de fractura.
- Retardo de la consolidación.
- Pseudoartrosis.
- Dehiscencia de la herida.
Si la indicación quirúrgica (osteosíntesis) es válida, debe ser realizada bajo las siguientes condiciones:
- Cirujano traumatólogo altamente competente en cirugía ósea.
- Servicio de cirugía traumatológica de excelencia.
- Dotado de una infraestructura tecnológica de superior calidad.
- Asepsia garantizada en todas y cada una de las fases del tratamiento.
- Instrumental quirúrgico completo. Aquí no se admiten improvisaciones.
- Si todas estas condiciones son dadas, siempre es prudente pensar muchas veces antes de exponer al enfermo a un riesgo de tan alto nivel.
- El tratamiento de un fractura de la pierna implica tan elevada responsabilidad para el médico tratante, que es aconsejable sea derivada a un médico especialista.
- Si se estima que el tratamiento debe ser quirúrgico, su traslado a un Servicio de la especialidad es perentorio.
Técnicas de osteosíntesis en las fracturas de pierna
Expresión clara de cuan complejo puede llegar a ser el procedimiento quirúrgico a elegir en la osteosíntesis de la fractura, es la lista, todavía incompleta, de las más diversas técnicas actualmente en uso habitual:
Ante esta variedad de procedimientos a usar, la decisión final de su elección queda sujeta al criterio del médico tratante, que habrá de considerar muchos factores antes de tomar su decisión.
- Enclavado endomedular con clavo Kuntschner.
- Enclavado endomedular con clavo Kuntschner, bloqueado.
- Placa de osteosíntesis.
- Tornillos en fracturas oblícuas o espiroídeas.
- Clavos de Enders.
Con elevada frecuencia, una conducta razonable, inteligente y prudente de parte del médico tratante, no especialista o con escasa experiencia, es el traslado del enfermo a un servicio de la especialidad.
En la mayoría de los casos, el enfermo le quedará eternamente agradecido.
La información ha sido sacada del "Manual Merck" y de "Youtube".
Esguince de tobillo
¿Qué es un esguince de tobillo?
Un esguince de tobillo es un desgarro de los ligamentos (el tejido elástico resistente que conecta los huesos entre sí) en el tobillo.
Cualquiera de los ligamentos del tobillo puede lesionarse. Las torceduras suelen ocurrir cuando el tobillo rota hacia fuera, haciendo que la planta del pie mire hacia el otro pie (se invierta). Los ligamentos flojos en el tobillo, los músculos débiles, las lesiones de los nervios de la pierna, ciertos tipos de calzado (como los zapatos de tacón alto y estrecho) y ciertas maneras de caminar, tienden a provocar la rotación del pie hacia fuera, aumentando el riesgo de una torcedura.
Síntomas
La gravedad del esguince depende del grado de estiramiento o de desgarro de los ligamentos. En un esguince leve (grado 1), los ligamentos pueden estirarse pero, de hecho, no se desgarran. El tobillo no suele lastimarse o hincharse demasiado; sin embargo, una torcedura leve aumenta el riesgo de una lesión recurrente. En un esguince moderado (grado 2), los ligamentos se desgarran parcialmente. La inflamación y los hematomas son frecuentes. Por lo general, es doloroso y resulta difícil caminar. En el esguince grave (grado 3), los ligamentos se desgarran completamente, causando hinchazón y a veces hemorragia bajo la piel. Por consiguiente, el tobillo se vuelve inestable e incapaz de sostener el peso.
Diagnóstico y tratamiento
La exploración física del tobillo orienta acerca de la extensión de la lesión del ligamento. Con frecuencia, se hace una radiografía para determinar si el hueso está fracturado, pero no se aprecia la torcedura del tobillo. Se requieren pruebas complementarias sólo en contadas ocasiones.
El tratamiento depende de la gravedad del esguince. Generalmente, las torceduras leves se tratan envolviendo el tobillo y el pie con un vendaje elástico, aplicando compresas de hielo en la zona, elevando el tobillo y, a medida que los ligamentos se curan, se aumenta de forma gradual el número de pasos y ejercicios. En las torceduras moderadas se aplica habitualmente un soporte para caminar, que se mantiene durante 3 semanas. Éste inmoviliza la parte inferior de la pierna pero permite andar con el tobillo lesionado. En las lesiones graves, puede necesitarse una intervención quirúrgica, pero existe controversia sobre este tipo de cirugía. Según algunos cirujanos, la reconstrucción quirúrgica de los ligamentos desgarrados y gravemente lesionados no es más eficaz que el tratamiento sin cirugía. Es muy importante la fisioterapia para restablecer el movimiento, fortalecer los músculos y mejorar el equilibrio y tiempo de respuesta, antes de volver a las actividades intensivas.
Las personas cuyos tobillos se tuercen con facilidad pueden evitar las lesiones subsiguientes utilizando aparatos ortopédicos (abrazaderas) para los tobillos y colocando dispositivos en el calzado para estabilizar el pie y el tobillo.
Complicaciones
A veces, un esguince grave o moderado causa problemas incluso después de que el ligamento ha sanado. Se puede desarrollar un pequeño nódulo en uno de los ligamentos del tobillo que causa una fricción constante en la articulación, conduciendo a la inflamación crónica y, finalmente, a daños permanentes. La inyección de una mezcla de corticosteroides en el tobillo reduce la inflamación, y la administración de un anestésico local alivia el dolor de modo eficaz. En raras ocasiones se requiere la intervención quirúrgica.
En un esguince puede también lesionarse el nervio que recorre uno de los ligamentos del tobillo. El dolor y el hormigueo consecuentes (neuralgia) se alivian, a veces de modo permanente, con una inyección de un anestésico local.
Las personas con esguince de tobillo suelen caminar de un modo que desgasta excesivamente los tendones (tejidos fibrosos y resistentes que conectan los músculos al hueso o los músculos entre sí); el resultado final es la inflamación de los tendones del lado externo del tobillo. Esta afección, llamada tenosinovitis peroneal, puede causar hinchazón crónica y dolor en la parte externa del tobillo. El tratamiento consiste en usar soportes para el tobillo, que limitan el movimiento de la articulación. También pueden ser eficaces las inyecciones de cortisona dentro de la vaina del tendón, aunque no debe abusarse de su uso.
En ocasiones, el impacto de un esguince grave causa espasmos en los vasos sanguíneos del tobillo que reducen la circulación sanguínea. Por consiguiente, algunas zonas del hueso y de otros tejidos pueden resultar afectadas debido a la falta de irrigación, por lo que pueden comenzar a deteriorarse. Esta afección, denominada distrofia simpática refleja o atrofia de Sudeck, puede provocar hinchazón y dolor en el pie, a menudo intenso, que puede pasar de un punto a otro del tobillo y del pie. A pesar del dolor, la persona puede seguir caminando. La fisioterapia y los analgésicos administrados por vía oral pueden ser útiles. Se puede recurrir, en caso de dolor crónico e intenso, a la inyección de un anestésico local alrededor del nervio que estimula el tobillo (bloqueo del nervio), así como a la administración de corticosteroides y al apoyo psicológico.
El síndrome de seno del tarso es el dolor persistente en la zona entre el hueso del talón (calcáneo) y el hueso del tobillo (talus o astrágalo), a raíz de una torcedura. Puede estar asociado con el desgarro parcial de los ligamentos dentro del pie. Las inyecciones de corticosteroides y los anestésicos locales son a menudo útiles.
La información ha sido sacada del "Manual Merck" y de "Youtube".
Tendinitis Aquilea o lesión del Tendón de Aquiles
Localización
El tendón de Aquiles es uno de los más potentes y gruesos de nuestro cuerpo, el cual se forma por los músculos:gastrocnemios o gemelos (tiene dos cabezas: la lateral, que se encuentra en el cóndilo lateral del fémur, y la cabeza medial, localizada en la superficie poplítea del fémur, éstos llegan a la parte posterior del calcáneo) y el soleo (parte posterior del peroné llegando igual a la parte posterior del calcáneo).
Las lesiones pueden presentarse en cualquier momento, causando una incapacidad para realizar nuestras actividades cotidianas. Estas lesiones ya se presentaban anteriormente pero en los últimos años han tenido un incremento.
Causas
La tendinitis aquílea es una inflamación del tendón de Aquiles, un cordón muy resistente que se extiende desde los músculos de la pantorrilla hasta el talón. La tendinitis aquílea se produce cuando la presión ejercida sobre el tendón es mayor que la resistencia del propio tendón. Correr cuesta abajo ejerce una tensión adicional sobre el tendón de Aquiles porque el pie delantero se adelanta más antes de tocar el suelo. Correr cuesta arriba también tensa el tendón porque los músculos de la pantorrilla deben realizar un esfuerzo mayor para subir el talón cuando los dedos se levantan. Una talonera blanda (la parte posterior del calzado que cubre el talón) permite un movimiento excesivo del talón, tensando el tendón de Aquiles de modo desigual, lo que aumenta la probabilidad de desgarro. El calzado con suela rígida que no se dobla en la zona que une los dedos al pie, ejerce mayor tensión sobre el tendón de Aquiles, precisamente antes de que los dedos se levanten del suelo.
Son varios los factores biomecánicos que predisponen a la lesión de este tendón. Entre éstos destacan la rotación excesiva del pie hacia dentro (pronación), el hábito de utilizar demasiado el extremo posterior del talón (revisando el tacón de las zapatillas de deporte se nota dónde está más desgastado), las piernas arqueadas, la excesiva tensión del tendón de los poplíteos y de los músculos de la pantorrilla, los arcos de los pies muy pronunciados, los tendones de Aquiles demasiado tensos y las deformidades del talón.
Síntomas
Síntomas
El tendón de Aquiles está envuelto en una vaina protectora; entre el tendón y su vaina hay una capa delgada de grasa que permite que el tendón se mueva libremente. Cuando el tendón se lesiona, se forman cicatrices entre el mismo y su vaina, haciendo que el tendón tire de la vaina a cada movimiento. De ahí que el movimiento sea doloroso. Seguir caminando o corriendo alivia el dolor porque aumenta la temperatura de la vaina, haciéndola más flexible, de modo que el tendón puede moverse con más libertad. Habitualmente, la presión sobre el tendón también causa dolor.
Si la persona ignora el dolor y sigue corriendo, una cicatriz rígida reemplaza el tendón elástico que dolerá siempre durante el ejercicio, sin posibilidad de curación.
Tratamiento
Almohadillas de silicona o fieltro elevan el talón, eliminando la presión por el calzado, inyección dentro de la bolsa con un corticoide soluble mezclado con un anestésico local, compresas calientes, ultrasonido y reposo. Cuando esto no funciona se puede proceder a un tratamiento quirúrgico.
Almohadillas de silicona o fieltro elevan el talón, eliminando la presión por el calzado, inyección dentro de la bolsa con un corticoide soluble mezclado con un anestésico local, compresas calientes, ultrasonido y reposo. Cuando esto no funciona se puede proceder a un tratamiento quirúrgico.
Ruptura del tendón de Aquiles
Es el problema más severo de la pierna, es un rasgado total o parcial que ocurre cuando el tendón es estirado excediendo su capacidad.
Fuentes: http://msd.es/publicaciones/mmerck_hogar/seccion_05/seccion_05_057.html
http://www.efisioterapia.net/articulos/leer.php?id_texto=352
Desgaste de la Rodilla y Lesiones del Cartílago
Desgaste en Rodilla y Lesiones del Cartílago
Depende del tamaño de la lesión. El tratamiento puede ir desde fijar el fragmento en su lugar con dardos o tornillos especiales, hasta retirar el fragmento por artroscopia y hacer pequeñas perforaciones en el hueso para formar una cicatriz que cubra el defecto (microfracturas) o pasar taquetes cilíndricos de hueso-cartílago de otro lugar de tu rodilla que no carga peso hacia el defecto con sistemas especiales (traslado osteocondral). Aunque son muy buenas opciones, no han logrado ser la solución ideal. Se está estudiando mucho en el mundo la opción del tomar células de cartílago del mismo paciente, cultivarlas, procesarlas de diferentes formas y colocarlas en la lesión (trasplante de cartílago). En México, todavía no se tiene esta tecnología al alcance de todos. Nuestro grupo está empezando ya con un laboratorio serio diseñado para ese efecto, que ha sido montado con un método estricto de control de calidad y siguiendo el método científico en forma rigurosa para lograr el trasplante de cartílago en nuestro país.
La rodilla, como todas nuestras articulaciones está cubierta por cartílago. Al ser una articulación “de carga”, ese cartílago está expuesto a desgaste prematuro (artrosis u osteoartritis) más que otras articulaciones. Por otro lado, la rodilla es una articulación que está relativamente desprotegida, sin cobertura por tejidos blandos y es sitio frecuente de golpes y de lesiones por pivoteo. Además, no es raro que la rodilla presente variaciones de la anatomía como deformidades de la angulación o mal encarrilamiento de la patela (rótula), que aumentan mucho la carga y la predisponen a desgaste. El sobrepeso tiene mucho que ver en el desgaste de rodilla. Es frecuente encontrar pacientes obesos con este problema. El desgaste de la rodilla es una de las principales causas de consulta ortopédica a nivel mundial.
¿Cómo se diagnostica el desgaste de la rodilla?
Generalmente se revisa la historia del paciente. Muy frecuentemente tiene antecedentes de golpes en la rodilla, fracturas, lesiones de ligamentos o de meniscos, además de actividades laborales o deportivas que sobrecargan las rodillas. Se evalúa muy bien la alineación. Tanto la deformidad de las rodillas “de charro” (genu varo) o “en x” (genu valgo) son factores que aumentan la carga de un solo lado. Se valora muy bien el encarrilamiento de la patela. Lo usual es que el paciente refiera dolor progresivo, con dificultad para completar el movimiento. Una radiografía de frente, de lado y una proyección que se llama “Axial” de la rodilla es muy útil. A veces, las lesiones leves del cartílago de la rodilla, se pueden ver mejor en una Resonancia Magnética.
¿Qué se puede hacer cuando ya existe un desgaste en la rodilla?
Las opciones de tratamiento dependen del grado de desgaste. Lo más frecuente es que la mayoría de los ortopedistas dividan el desgaste en 4 grados, según la severidad: Grado I cuando solo hay “reblandecimiento del cartílago”, Grado II cuando está levemente “deshilachado”, Grado III cuando ya tiene “fisuras grandes”que llegan hasta el hueso y Grado IV cuando ya no hay cartílago “hueso expuesto”. También se pueden clasificar las lesiones en una radiografía en 4 grados. En términos generales, cuando la lesión es grado I y II, el tratamiento consiste en desinflamatorios, modificaciones de las actividades, terapia física, ejercicios, estiramientos y complementos como la glucosamina o diacereína. Cuando esto no ha funcionado o cuando ya existe un desgaste grado III, se puede aplicar una inyección de esteroides para disminuir la inflamación. Una“Limpieza Articular” por artroscopia puede mejorar el dolor y la función y tratar problemas mecánicos como lesiones de los meniscos y ligamentos.
Otra opción es la “viscosuplementación” en la que se introduce a la rodilla un líquido muy similar al líquido articular que funciona como desinflamatorio, lubrica la articulación y mejora las condiciones mecánicas de la rodilla. Si el problema es una mala alineación, pueden hacerse las Osteotomías (cortes en el hueso para enderezar las deformidades y descargar la parte afectada). La “ozonoterapia” es un método alternativo que se está usando en Europa y se ha puesto “de moda” aquí en México. La evidencia científica para su uso es muy limitada y por lo pronto, no hay estudios serios que avalen su uso. Su función es desinflamar la rodilla, pero es un tratamiento costoso y delicado. Hemos visto complicaciones importantes por la ozonoterapia mal aplicada, especialmente infecciones severas de la rodilla con destrucción del cartílago. Personalmente no te lo recomiendo. Hay muchos médicos que están lucrando con esto.
Cuando el desgaste es severo (grado IV), se puede pensar en una prótesis de la rodilla parcial o total. El resultado de estas es bastante bueno, eliminando el dolor y mejorando la función en forma sorprendente. El problema de las prótesis...es que hay que cuidarlas porque que se acaban en 10 -15 años y se tienen que cambiar por otra. La cirugía de recambio es más complicada, por tanto se duda en ponerlas cuando el paciente es joven. Si tienes este grado de desgaste,...que no te de miedo, puede ser una muy buena opción. Se está apostando a que las prótesis más nuevas que se están poniendo hoy, van a durar más que las que conocemos.
¿Qué otro tipo de lesiones del cartílago hay?
Hay lesiones aisladas del cartílago, bien delimitadas y con el resto de la articulación con cartílago normal. Se llaman lesiones condrales (solo cartílago) u osteocondrales (cartílago y hueso) y lo más frecuente es que ocurran por un golpe directo en la rodilla. Incluso puede darse en niños y el fragmento desprendido puede estar todavía adherido o estar “nadando” en la articulación como cuerpo libre y producir síntomas de que la rodilla “se traba”.
¿Cómo se tratan estas lesiones?
Bibliografía: http://ortopediadeportiva.com.